Alguien estaba matando libros. Cada mañana aparecía un nuevo libro abierto en la biblioteca, con todas sus hojas completamente en blanco. Nadie sospechaba que el asesino era el malvado Zepo Rete, quien por la noche vaciaba los libros con un aspirador de letras. Luego las llevaba sigiloso hasta su guarida, donde con un increíble exprimidor de palabras elaboraba una especie de zumo mágico.
Y es que Zepo Rete siempre había sido muy malo, pero también muy tonto, y cuando se enteró de que los libros hacían a las personas más listas, decidió exprimirlos para bebérselos, y así volverse listo.
Pero los libros no se beben, ni se mastican, sino que necesitan ser leídos, y cuando Zepo Rete comenzó a beber sus zumos de libro, se llenó de historias y palabras que necesitaban ser leídas. Y las palabras, que sí son muy listas, descubrieron que solo podrían ser leídas si viajaban por el cuerpo hasta llegar a la piel de Zepo Rete, que se convirtió en un inmenso tatuaje lleno de miles de letras.
Probó con cientos de jabones y lejías antes de descubrir que la única forma de quitarse las letras era leyéndolas. Así que, aunque no quería leer ni una palabra, no le quedó otro remedio, y leyó su propia piel durante semanas y semanas para librarse de todos aquellos libros que había matado.
Entonces, ¿así es como terminó el misterio del asesino de libros? ¡Nada de eso! Aún hoy cada mañana sigue apareciendo un nuevo libro vacío en la biblioteca, sin que nadie sepa cómo ni por qué.¿Lo adivináis? Pues sí, sigue siendo Zepo Rete, que continúa aspirando sus letras y bebiendo su zumo, pues ha descubierto que nada le gusta más que leer todos esos libros sobre su piel. Y, como es verdad que se ha vuelto mucho más listo, sigue exprimiendo libros cada noche sin que nadie le pille...
Pedro Pablo Sacristán
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