La apertura del Congreso nacional el 4 de julio de 1811, representa la voluntad criolla de ampliar la base de representativa política de las nuevas autoridades del Reino de Chile. Por primera vez un conjunto de cuarenta y dos ciudadanos, eran elegidos para encargarse de elaborar las leyes, dirigir la política exterior, del control de las milicias y una central de acuerdo al mandato de la Junta Nacional Provisoria, e idear la nueva Constitución Política del país.
Santiago, que según el reglamento convocante para la elección del primer Congreso, debía elegir seis diputados, conseguía en medio del proceso eleccionario en las provincias, que la Junta de Gobierno le reconociera el derecho de elegir doce diputados, invocando para ello el mayor número de la población de Santiago (1) . La elección de los representantes de la capital debía llevarse de la siguiente manera:
"El Cabildo convida a usted para la elección de diputados el 6 de mayo en la sala de la excelentísima Junta, donde espera los votos escritos en dos cuartillas de papel, una para los doce diputados propietarios, y otra para los doce suplentes. Durará las elecciones desde las 7 hasta las 12 del día, y se publiquen los sujetos electos, advirtiéndose que, al tiempo de dejar los votos, deberá entregarse esta esquela, para con ella acreditar el convite"(2)
Para asegurar que el acto eleccionario se efectuara con transparencia, un grupo de vecinos solicitó a la Junta de Gobierno, nombrar a dos ciudadanos por cada mesa receptora de sufragios, para que verificaran la validez de los resultados. Ellos serían los ministros de fe de la elección.
Por su parte, los cabildos o vecindarios de provincia del país, tras la lectura del Bando enviado por la Junta Gubernativa que decía: "...elegir el diputado que los representaría en el Congreso, y darse luego a una gran celebración, con misas, salvas, iluminación nocturna y "derramas de dinero" a los pobres. Tal hicieron los pueblos de Copiapó, Huasco, Coquimbo, Cuzcuz, Petorca, Aconcagua, Los Andes, Quillota, Valparaíso, Rancagua, Linares, Itata, Rere, Concepción y Laja"(3)
¿Quiénes pudieron votar en esta elección de diputados, para el primer Congreso Nacional?
Los electores debían ser vecinos mayores de 25 años, con casa poblada y que gozaran de alguna consideración en los partidos que residían..."No tienen derecho de asistir a las elecciones los extranjeros, los fallidos, los que no son vecinos, los procesados por delitos, los que hayan sufrido pena infamatoria y los deudores a la Real hacienda.(4)
Todo el proceso electoral, tenía que estar concluido para que la ceremonia inaugural se efectuara el 1 de mayo de 1811. Sin embargo, ello no fue posible debido al motín del coronel Figueroa que buscando frenar el avance independentista criollo, mantuvo en suspenso por un breve tiempo la elección de los diputados de Santiago. Resuelto y controlado el esfuerzo se los sectores realistas, la fecha de las elecciones se llevaron a cabo el 6 de mayo y la apertura del Congreso se fijó para el domingo 23 de junio. Sin embargo, la lluvia que se había dejado caer en Santiago toda esa semana, hizo imposible realizar la ceremonia. La nueva fecha fue aplazada para el 4 de julio.
La sede para acoger el Congreso, fue el edificio de la Real Audiencia. Por entonces este palacio se encontraba en reparaciones y remodelaciones por lo que coincidió, sin pretenderlo, el retiro de los símbolos ceremoniales del poder monárquico (Dosel tradicional, armas reales, retrato del rey Fernando Séptimo y un crucifijo de tamaño real). En cambio, el nuevo ornamento según los testimonios, era marcadamente sencillo y austero: con paredes pintadas con cal blanca, bancos sólidos para las bancas de los diputados. Es decir, todo en tono republicano.
Ese 4 de julio los preparativos comenzaron temprano en la mañana. Como un grupo de diputados había solicitado que se permitiera el libre acceso del pueblo a presenciar la ceremonia, las autoridades, siguiendo rumores que podría haber revueltas, procedieron a las seis de la mañana, militarizar todo el contorno de la Plaza de Armas para "evitar todo repentino tumulto... o... sofocar cualquier amago de insurrección".
A las 10 de la mañana, los disputados ya reunidos en el Salón dispuesto para ellos en el palacio de la Real Audiencia, junto con el resto de las autoridades de la Junta Nacional de Gobierno Provisoria, del Cabildo de Santiago, del nuevo Tribunal de Justicia, además de las dignidades religiosas y mandos militares, se dirigieron a la Catedral, en medio de las tropas apostadas tempranos que le prestaban solemne respeto.
En la Catedral, se inició la ceremonia religiosa y a continuación subió al púlpito elPadre Camilo Henríquez, encargado del sermón patriótico ese día. Posteriormente el secretario de la Junta José Gregorio de Argomedo, procedió a tomar el juramento a los diputados electos. Todos respondieron "Sí juramos". Terminada la ceremonia religiosa volvieron nuevamente al edificio de la Real Audiencia, recibiendo el respeto de las tropas que seguían en torno a la Plaza de Armas, mediante una salva de artillería.
En el salón dispuesto para las sesiones del Congreso, el representante de la Junta don Juan Martínez de Rozas, hizo el discurso que, más allá de su contenido, significaba el traspaso del mando político, desde la Junta Nacional que había sido electa el 18 de septiembre de 1810, al Congreso electo, quien debía elaborar las bases de una nueva Constitución Política para el país. Terminado el discurso los miembros de la Junta se retiraron del salón y "dejaron instalado al Congreso en la plenitud de sus poderes".
Los diputados procedieron a elegir sus propias autoridades internas. La presidencia la asumió el diputado por Santiago, don Juan Antonio Ovalle, que entonces era el representante electo de más edad entre los concurrentes (41 años) y como secretario, fue elegido don Francisco Ruiz Tagle (diputado por Los Andes). Entonces Ovalle pronunció su discurso. Dando por concluida la ceremonia de apertura del primer Congreso Nacional.
En la noche del cuatro de julio, Santiago fue iluminado y se lanzaron fuegos artificiales, además se quemaron algunos objetos alusivos a tan magno acontecimiento. Cuenta Diego Barros Arana que una de esas piezas incineradas era "una efigie simbólica de América, que rompía sus cadenas y conquistaba su libertad". Debe haber relucido en medio de las llamas de esa noche ese lienzo que colgaba del edificio de la Real Audiencia que decía "Viva el Supremo Congreso Nacional".
El Archivo Nacional de Chile, resguarda numerosos documentos originales que testimonian la trascendencia que el Congreso Nacional, ha tenido a lo largo de la historia republicana de Chile desde 1811 en adelante.
En esta oportunidad destacamos el Acta de apertura del 4 de Julio 1811 su transcripción y además los discursos pronunciados ese día a través de la Copia digital del Tomo l de las sesiones de los cuerpos legislativos que nos entrega la Biblioteca del congreso Nacional.