La valentía demostrada por ese grupo de chilenos, que mantuvo heroicamente alzada nuestra bandera en el combate de la Concepción, hizo que el 9 de julio fuera establecido como el día oficial de nuestro emblema patrio.
Este emblema, que vio caer a sus 77 jóvenes defensores, flameó hasta el final del Combate de La Concepción y quedó como testigo del valor de esos soldados. La Bandera no sólo sobrevivió al Combate, sino que permaneció izada incluso hasta la retirada de los peruanos, quienes apresuraron su retirada cuando se percataron de la llegada de los refuerzos. El emblema fue guardado por el Coronel Estanislao del Canto. Desde 1982, la Bandera chilena permanece custodiada y en exhibición en la Escuela Militar. La bandera mide apenas 55 por 38 centímetros y está hecha de tres géneros de distinta factura, cada uno de color, los que están cosidos a puntadas minuciosas. Tiene una estrella blanca trazada sin mucha simetría, con mostacillas brillantes en cada una de sus puntas.
El Coronel Estanislao del Canto la entregó a su amigo Manuel José Correa para que la hiciera llegar a la Municipalidad de Curicó, la primera ciudad que rindió homenajes públicos a los héroes. Sin embargo, fue el Capitán retirado Nicanor Molinares quien se quedó con su custodia, permaneciendo en el seno de sus descendientes hasta 1982, cuando, por una feliz coincidencia, conversaron un día el General Claudio López Silva con Ruperto Vargas. Este último le contó que su familia guardaba la bandera chilena que había flameado durante el combate. En julio de 1982, la Escuela Militar se constituyó en depositaria del glorioso emblema.
El constante hostigamiento a que se vieron sometidas las pequeñas y dispersas guarniciones chilenas obligó al ejército peruano a emprender repetidas campañas de sometimiento. Entre éstas, se halla
Durante la Batalla de La Concepción los 77 soldados chilenos se enfrentaron a una fuerza de varios miles de indios y guerrilleros al mando del coronel peruano Juan Gastó. La batalla duró dos días. Los soldados chilenos resistieron lo más posible, pero todos murieron peleando, incluso el jefe, teniente Ignacio Carrera Pinto pariente cercano de Aníbal Pinto y nieto de José Miguel Carrera Con el grito: “Los chilenos no se rinden”, cayó el último, el subteniente Luis Cruz Martínez. Tenía dieciocho años. También perdieron la vida los jóvenes oficiales Julio Montt Salamanca y Arturo Pérez Canto.